jueves, 22 de enero de 2009

Una mirada a les castes de la India

Benarés, ciudad de contrastes. Rebosante de vida… y de muerte.



Los parias (casta más baja) no tienen tiempo (o no se digan) a mirarte por la calle; los guerreros te miran por encima del hombro porque saben el poder que tienes pero su orgullo les hace defender su nación, y te guardan celos, rencor; los comerciantes te atosigan con regateos múltiples para que compres compres compres y ellos calmen su insistente ansiedad por llegar a casa con un poco más de monedas, se les va la vida en vender algo cada día con la esperanza de que si insistiendo algún día superarán su condición y se harán ricos; y los brahamanes se sienten en otro mundo alejado de estas necesidades mundanas, están abiertos a conocerte y tener una charla contigo, estan orgullosos de ser quienes son y lo que es su país y religión. Pero todo esto es posible gracias a que todos y cada uno de ellos cree que las cosas HAN DE SER así, creen que es mejor alimentar a una vaca blanca que a su hijo desnutrido, que está bien acordar un matrimonio a unos niños que ni se conocen entre ellos, y que si muere el varón ha de ser que la niña quede viuda de por vida sin derecho a nada por haber muerto un varón que iba a ser su futuro marido aunque ella ni lo conociera.

Un paria puede quejarse de su condición, o realizar las tareas domésticas con resignación, pero él mismo en el fondo cree que se las merece porque si ha nacido en esta condición es porque en la vida anterior obró de manera que en la actual le tocaba la casta más baja. Por lo que no hace nada para cambiar su condición de paria porque en el fondo “sabe” que se la merece, y todo el resto de sociedad le recuerda que es un desmerecido de la vida y que no debería tener ni sentimientos con lo que no da pie ni a que el paria pueda verse desde fuera como persona humana digna de derechos, de dar y recibir.

Y todo sigue su curso en perfecta armonía, todo necesita de todo para sobrevivir: la vida, de la muerte; los santones, de los peregrinos; los brahamanes, de los parias; los parias, de los guerreros; el súbdito de su mentor y el mentor de su súbdito. Es toda una mágica confluencia de creencias construida sobre una sociedad en la que cada uno asume su papel y lo representa, no se si atreverme a decir que con orgullo, hasta el fin. Y lo más mágico de todo es que las creencias son tan profundas en la piel de cada hindú, que son “felices” con el papel que les ha tocado en la vida, porque todos y cada uno de ellos, estan bañados de la esperanza de un futuro mejor. sin cuestionarse el régimen actual y siguiéndolo al pie de la letra, pero para ellos, seguir esas normas, esas reglas, es seguir su destino. Ellos no lo ven como normas, o restricciones, sino como deberes universales incuestionables, como lo que para nosotros podría ser el agradecer un regalo.


Está todo tan absolutamente ligado, las creencias, los valores, las significaciones de las cosas, los olores, las representaciones de las deidades, las tradiciones, las diferentes castas, las (no) relaciones entre ellos, el mercado laboral, el acceso a la comida, los colores, que si ellos mismos se vieran desde fuera, estarían orgullosos y satisfechos de lo que hacen, de porqué lo hacen, y querrían seguir con la misma forma de vida. Para ellos es su religión, su fe, su verdad. E igual que respetan que nosotros tengamos nuestra propia forma de vida, ellos esperan que el respeto sea el mismo por ellos. Que no toquemos su Ganges, que no nos planteemos que su agua no es sagrada, que cuando visitemos la India no hablemos con Parias, “no se puede, es pecado”. Es una vida de sacrificio recompensado día a día, una rueda de creencias que se retroalimenta.

Para ellos no existe un mañana, ni un ayer, sólo existe el ahora, el día a día, el enfrentarse a lo que estoy teniendo ahora. No hay planteos de que puede pasar más allá, siendo el más allá de aquí a 3 horas, 4 o el día siguiente.

martes, 13 de enero de 2009

DARU SALAAM

Después de regresar de las Navidades en Senegal, me dirijo con uns amigos a Daru Salaam, restaurante senegalés de Barcelona llevado por gente senegalesa. El objetivo, transportarnos sensorialmente de nuevo a tierras africanas, y disfrutar de conocer gente autóctona en nuestro país.

El primer imapcto para alguien que desconozca la pobreza de los países menos desarrollados seguramente será un “¡qué antro!” “¿y aquí me quiero meter yo?” “seguro que tienen moscas en la cocina...”. Pero de ahí la autenticidad de este local. No es uno de esos restaurantes que el dueño monte con el objetivo de hacerse rico, de convertirse en el restaurante más in de la ciudad y (“por favor”) salir en las listas de los restaurantes más favoritos de la ciudad, sino que se trata de gente del país instalada en Barcelona que han montado su propio lugar. En la entrada, 4 o 5 africanos conectados a su país vía los canales internacionales de la televisión: “Trois personnes aux Zinguinchor...”. El oído empieza a recordar Senegal.

Carteles de eventos y conciertos africanos empapan la puerta de entrada al local. Concierto solidario. Taller de danzas africanas. Foro de debate sobre temas africanos de interés cultural. Y un cartel que anuncia: “Tenemos tres platos diferentes”. No más, en este restaurante no hay carta, se sirve lo que la casa disponga en ese día. En nuestro caso, un lunes cualquiera, nos dan a escoger entre arroz con carne y salsa yassa (ummm! Suerte que tenían esa salsa, ¡de las más deliciosas que pude probar en el país! Una mezcla de cebolla bien tierna, limón, vinagre, agua, un toque de mostaza, pimienta... que dan mucho sabor a los platos), arroz con pescado y verduras, y cous cous con carne.

Una de las primeras diferencias que te recuerdan que estás en España y no en Senegal son los platos, platos de tamaño estandard europeo y de los que nos alimentaban en el colegio. Digo de tamaño estandard europeo porque allí los platos suelen ser más grandes. Si te adentras en la región oriental, los platos son rectangulares de madera (monísimos!!) y en la parte más occidental son más como los nuestros pero siempre más amplios y mucho más cargados. Sorprende verlos tan delgaditos a todos y cómo ingieren tanta cantidad de comida en pocos minutos. Durante nuestra estancia allí, aún me sorprende recordar como Benchi, nuestro guía senegalés, se acababa todos los platos que le servían tanto para comer como para cenar. Alvaro y yo, los viajeros del país, apenas llegabamos a los tres cuartos de un plato, y luego no nos deis merienda que tenemos el cupo lleno!.

La base de la comida senegalesa es el arroz. Arroz con pollo, arroz con pescado, arroz con cordero, y diferentes salsas. Yassa la más extendida. También consumen cous cous y mijo. Dedican mucho tiempo a la cocina y a mí me parecen todo unos expertos en su cuisine. Desde mi punto de vista puede que le falte algo de variedad, pero en 10 días no te cansas de consumir ese delicioso arroz con yassa. Y al final, cada país se ha de adaptar a sus recursos y costumbres, ¿no?. A Benchi se le veía encantado con su comida y sin necesidad de más. Indagaré sobre el tema... Para desayunar, tiernas rebanadas de pan con diferentes mermeladas: mermelada de mango, de guayaba, de platano. Por supuesto no esperéis un bote de cristal conservando la mermelada. La mayoría de las veces vendrá servida en mini tápers de plástico. Al menos no me he encontrado el caso contrario. Y con grumitos para que saborees la naturalidad y autenticidad de esa mermelada, sin conservantes ni colorantes. Buenísima! Ojalá la encuentre en Barcelona para poder ofrecerla a mis queridos barcelonines.

Otra de las grandes diferencias que nos mantiene en España y no en Senegal, es que este restaurante está dotado de luz electrica y aunque a primera vista parezca descuidado, tiene un 10 en higiene. No entra el olor especial de aire y vida de las calles africanas, no estás tan solo a la luz natural, tiene puertas y ventanas cerradas que te aislan de los mosquitos, de las moscas, y de los ruidos de la calle. Allí aún no he visto una ventana con puertas de cristal. Como concluimos, es un auténtico restaurante Senegalés adaptado a las condiciones y gente europea.

La comida buena como lo de allí, el mismo arroz, el mismo cous cous, y a precios que aun no sé cómo sobreviven. Nos falló el pescado, pero puede ser pura casualidad, y también me faltó ver aquel cestito de mimbe marrón tan típico de allí repleto con pan (tierno tierno) para empezar. Otro detalle, no esperéis ticket con la cuenta, allí funcionan calculadora en mano y te muestro lo que cuesta. ¡Auténtico! ¿Por qué malgastar papel?

En fin, si quieres tener un aperitivo sobre los sabores senegaleses, os recomiendo este restaurante, pero para conocer la calidez y corazón de su gente, lamento deciros que tendréis que transportaros hasta allí. Merece la pena.

Bon apetit!

DARU SALAAM
Carrer dels Agullers 18
93 268 26 38 (no hace falta reserva)

domingo, 11 de enero de 2009

Bienvenue

Este blog pretende ser una mirada al mundo, una mirada a este mundo en el que todos habitamos pero muchas veces somos muy poco conscientes de él.

Pretende acercar culturas y formas de vida de las que yo he tenido la oportunidad de acercarme. Soy de las que consideran que cada persona es un mundo por explorar, y de ahí nace mi inquietud por conocer nuevas culturas.

Si cada persona es un mundo, cada cultura es como un universo para mí. Y de todas ellas aprendo. Todas tienen cosas buenas y cosas que podrían ser cuestionadas, pero nunca hay que tacharlas ni juzgarlas, mucho menos sin conocerlas en profunidad de origen y sabiendo que el juicio depende desde el punto de vista desde donde se mire, se parta y se entienda la situación, cosa que en occidente muchas veces se olvida y pretende imponer su punto de vista. Grave error. Yo prentendo aprender de todas ellas, mirarlas con los ojos abiertos y escucharlas desde las voces de sus protagonistas. Mi voz interior nunca calla pidiendome más y más información sobre el mundo que me rodea, y a la vez que la voy satisfaciendo, más se me abren los ojos, más consciente te vuelves con el mundo, y más quieres ayudar. Dar se convierte en un regalo, en un regalo incalculabe y atemporal mucho más valioso y gratificante que un objeto de moda comprado en unos grandes almacenes, objeto que tan solo tendrá un valor en euros, dólares, o la moneda que sea, pero efímero.

En los países desarrollados, donde lo material abunda, nos sucumbimos en el día a día, en idear la mejor manera de gestionar todos nuestros recursos, en economizarlos, en ser los mejores, en crecer desde fuera pero no desde dentro, en tener mucho pero descuidando los sentimientos, y nos encerramos en nuestros pensamientos, nos olvidamos de toda la riqueza que nos rodea: la variedad de lenguajes, de culturas, de costumbres, de estilos de vida, de sabores, de aromas, de sonidos, de paisajes, de personas... que tenemos por conocer y por aprender.

Muchas veces creemos que lo sabemos todo, que nosotros estamos en lo cierto, sólo que los otros, aún no lo han descubierto. Abrirse al mundo es abrirse a la vida, es abrirse uno mismo, abrirse a estar dispuesto a aprender, a dar pasos y a caminar en una, o en muchas vidas, abrirse a enriquecernos y dejar de lastimarnos. El secreto está en respetarse, tolerarse y dejarse ser cada uno en libertad. Convivir para crecer no para hacer desaparecer.

Como clausura, os dejo con una de esas frases de las que considero "grandes verdades" que me dejó en segundos de parálisis cerebral cuando Jose la pronunció. Jose fue quien nos mostró la isla de Joel-Faiduth en Senegal, isla donde cristianos y musulmanes comparten no sólo el día a día en los mismos barrios, sino el mismo lecho de muerte en un cementerio compartido, todo un ejemplo de respeto y tolerancia: "En África, nosotros tenemos el tiempo y vosotros el reloj".

Frase dicha durante un paseo, pero con multitud de vías de trasfondo. Una de ellas: si compartimos y nos ayudamos unos a otros, podemos tener parte del tiempo africano y ellos parte del reloj europeo. No se trata de aglutinar tiempo, ni relojes, sino de ponerlo en común y repartirlo. Todo es cuestión de equilibrio.
Aquí os dejo con unas cuantas películas que os recomiendo:

- Agua, de Deepa Mehta: Relata una realidad habitual y muy arraigada en la India. Es el caso de Chuyia, una niña de 8 años que sin su consentimiento pasa de estar casada a estar viuda (sin haber conocido nunca a su marido), viéndose entonces forzada a convivir con el resto de viudas de su comunidad en la residencia para viudas. Magnífica la actitud de la niña y como no sucumbe ante lo que digan las escrituras. ¿por qué habría de hacerlo?: http://es.youtube.com/watch?v=rePFoxyHZos&feature=related

- Tierra, de Deepa Mehta: La directora cineasta Deepa continua con la trilogía de películas que relatan estas duras pero tan aceptadas en la comunidad india. En este caso, como el pueblo lucha por mantenerse unido. Hinduístas, musulmanes, sijs...: http://es.youtube.com/watch?v=gJGBrhBSNvk&feature=related

- La princesa de África: Dos sueños entrelazados entre una española que se casa con un africano musulmán de religión, y al instalarse en su nuevo país no todo es como ella había soñado, y otra de las mujeres del mismo marido, africana de origen, que cuando va a España para cumplir su sueño tampoco nada es como se había imaginado: http://es.youtube.com/watch?v=cLyU2hQH5xI