miércoles, 22 de agosto de 2012

Colombia: Una primera parada en Bogotá


Mmmm... Colombia... se oye mucho en los medios de comunicación sobre este país: que si droga. que si disturbios, que si violencia, que si Shakira, que si mal país... ¿nadie habla de sus montañas? ¿o de su amable y volcada gente? ¿o de sus pintorescos paisajes? ¿o de su estupenda comida?


Intenso verde colombiano


Cierto es que hay determinados barrios a los que es recomendado no ir. Que el narcotráfico ha dejado mucha huella en este país y forma y formará parte de su historia. Que mucha mujer operada de arriba a abajo es mostrada por las avenidas (sobretodo por Medellín): operaciones estéticas financiadas por el narcotráfico y su mafia, paseando junto a los vagabundos con mirada apagada esperando algo de comer y durmiendo a cielo abierto. Que no puedes mostrar cámaras ni móviles por las calles y pasadas las 9 p.m. hay calles prohibidas que quedan sin alma, donde el miedo se instala en tu cuerpo solo de verlas, y que hablar por el móvil se convierte en algo que se hace solo "de puertas adentro".

Mujer comiendo en el mercado, pero siempre ¡A la orden!

Pero también es cierto que nos encontramos con gente extraordinariamente amable, abierta, dispuesta a conocernos sin pedirnos nada a cambio, a darnos consejos, a ayudarnos, a llevarnos a recorrer su país por el simple placer de darnoslo a conocer.


La Candelaria (Bogotá), donde abunda el arte urbano

Aterrizamos en Bogotá un viernes santo: la ciudad estaba en su casi totalidad concentrada en la avenida donde camina la procesión de semana santa: creyentes y más creyentes, cánticos religiosos, sermones, coches con altavoces pronunciando el nuevo testamento, el Cristo en la cruz, practicantes concentrados... sin duda: creencia, fe, devotos en su religión.


Procesión de Semana Santa en Bogotá


Fue bonito hacer coincidir el viaje por esas fechas para poder ver con nuestros propios ojos como de creyentes y practicantes son aún la mayoría de los colombianos, incluso en la capital de su país, y como recitan al son los diferentes cánticos o rezos.

La Candelaria es, puede, el barrio más conocido a nivel internacional de Bogotá (junto con el parque 93 para los más snobs): es el casco antiguo que cae de la ladera de la montaña y desemboca en el valle (ya todo urbanizado) lo que hace que, por su ubicación natural, sus calles van con subidas y bajadas algunas de escándalo, y la vista que queda atrás es bellísima con sus imponentes montañas verdes, lo que hace el barrio de La Candelaria aún más bello. Sus casas son de no más de dos o tres plantas, con tejados no muy resistentes pero todas ellas únicas en estilo: una rosada con porticones de madera, otra verde con decoraciones rojas, otra amarilla con toques azules.... caminar por sus calles es como sentirse por un pueblo de montaña en el que sus casas te aportan vida y color y la lluvia puede caer en cualquier momento. Entre sus casas, se encuentran la mayoría de hostales y albergues donde alojar a los turistas o expatriados. Son casas típicas con patios interiores donde la vejez les es bien latente. 


Vistas desde nuestro balcón en el barrio de La Candelaria

Calle 11, La Candelaria. Vistas desde la calle

Por sus calles se encuentran también pequeñas tiendas de no más de 40-60m2, muy humildes pero ¡con mucha vida! Gente que entra y sale, que compra o se queda allá para tomar "un tinto" (un café solo), productos típicos en sus escaparates difícil de resistirse a ellos: dulces de guayaba, jugo de tamarindo, obleas con arequipe (dulce de leche), mermelada o coco, bocadillos (dulces) de todo tipo... ¡mmmm rico rico!, camareros que te chillan "A la orden!" dispuestos a ayudarte y orientarte en tu decisión... Vida. ¡Y buena comida! ;-) 


Escaparates de las tiendas del barrio


Bajando sus calles llegas a la Plaza de Bolivar, donde se reúnen las familias los domingos, dan de comer migas de pan a las palomas, unos venden artilugios comerciales, otros intentan ganarse algún peso... en medio de sus señoriales e imponentes edificios. Cerca de Plaza de Bolivar, en la calle 11 dirección a la montaña, se reúnen bastantes restaurantes con una carta bien tradicional. Gran recomendación el hacer una parada para almorzar en alguno de sus restaurantes y degustar el ajiaco bogotano, una sopa típica servida en tazones de barro cocido que consiste en una sopa de pollo con diferentes tipos de "papa" (patata), un toque de crema de leche, alcaparras, y que lleva dentro una mazorca entera de maíz tierno. ¡Bien rico! Y para acompañarlo: una porción de arroz blanco y una (gran) tajada de aguacate con todo su sabor (no como los que se sirven en Cataluña!). De su ricura y mezcla de sabores, y de su relativa facilidad en la preparación, se está convirtiendo en uno de los platos colombianos más conocidos internacionalmente. Qué mejor que tener la oportunidad de probarlo in situ!!! 


Ajiaco


Obleas con arequipe - Vida en la calle
Como primer "tastet" de Bogotá, no pueden irse sin probar sus obleas con arequipe y coco, sin pasear por las calles de La Candelaria, sin pedir un tinto, sin pasear por la gran carretera 7 donde os encontraréis un montón de perros engalanados (nos sorprendió la cantidad de dueños que vestían "fashion" a sus perros, un desfile constante de monadas caninas por la carretera), sin comprar fruta por la calle ni bailar un poco de salsa, sin sentarse en alguna de las plazas para, simplemente, observar, sin entablar proactivamente conversaciones con su gente y llegar a conclusiones de la vida o conocer destinos locales que sin sus recomendaciones difícilmente conocerías. 

Bogotá será una entrada a la desconocida Colombia que los medios de comunicación no difunden, y que bien merece una visita profunda. Como dijo el piloto del vuelo internacional que tuvimos cuando aterrizamos...: 
¡Qué rico pisar tierras Colombianas!
¡Viva Colombia! 
:)

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