martes, 14 de julio de 2009

Las dos caras de Egipto




Egipto es un país de contrastes. O eres muy rico, o muy pobre. Esta situación me sorprendió muchísimo, no me esperaba encontrar un país tan contrastado: o blanco, o negro. Hasta su naturaleza es como un reflejo de su sociedad: Desierto seco en un lado del Nilo, el valle reservado para las tumbas y la muerte, y valle frondoso con vida y aldeas en el otro lado. Gran contraste. Sorprendente hasta para los ojos.





modernidad en El Cairo



miseria en los alrededores


Como dice un propio egipcio que ahora vive en Cataluña, antes no era así. Antes sí existía “el gris” en Egipto, pero ahora, todo se ha convertido en blanco o negro:
“La injusticia social en Egipto da asco y pena al mismo tiempo, un país tan rico con gente tan pobre, a lo mejor exagero un poco, pero es que verdad me duele mucho ver todo esto. (...) Las fiestas de los ricos son como 1000 noches y 1 noche y hay gente pasa hambre, en algunas fiestas la comida llega desde Paris por avión privado el mismo día y los pobres se matan entre ellos para conseguir el pan!!!!”


Increíble pero cierto... Qué pena. Un país con tanta cultura, tanta civilización, tanta historia y tan estudiado por tanta población mundial. Estudian su pasado, su arqueología, sus faraones, y un largo etcétera, y eso es estupendo porque hay que entender de dónde se viene y la cultura es un gran tesoro, pero mientras todo esto sucede, la sociedad acutal DE HOY se va desmarcando y desmarcando generando más desigualdad social, haciendo las diferencias sociales más grandes y concentrando una inmensa riqueza en unos pocos, hasta el punto que el kebab, comida de “basura” en la mayoría de las sociedades occidentales, es ahora una comida de lujo para la mayoría de la sociedad egipcia hundida en la pobreza. Sary, un conocido de El Cairo, nos dijo: “Para nosotros la carne es una comida de lujo. Nosotros no podemos comprarla. Es muy cara. No está a nuestro alcance. Si nos lo podemos permitir, será en una celebración muy especial una vez al año, pero duele”. Y es el mismo kebab que venden en la esquina de mi casa por 3€ (¡¡3€!!).


Niños vendiendo collares, pulseras, cruzando calles y saltando tejados para atacar al turista, descalzos o, con suerte, con sandalias rotas y puede que ajustadas al tamaño de su pie. No me esperaba encontrarme todo esto en un país tan rico. Habían por todos lados, en las gasolineras de El Cairo, en los templos de Kom Ombo, en los mercados de Edfu y en los valles de El Nilo. ¡Se me encogía el corazón! ¡No puedo con tanta miseria!


Lo “peor” para esta sociedad es la falta de una clase media que estabilice toda esta situación. No existe una clase media. Las comparaciones son odiosas y para llegar a salir un poco de tu miseria si eres de clase baja tienes que hacer un salto tan grande que resulta difícil, aunque no imposible.




Y desde fuera, parece que la vida transcurra con normalidad. A todas horas hay mucha vida por las calles. Merondear por las calles y, sobretodo, a las orillas del gran Nilo (cruza 9 países) a altas horas de la noche, se convierte en un "baño" refrescante después de la calor que ha dado durante todo el día. Merondean, toman té, charlan, o simplemente se dejan "estar" al estilo africano.

Bastan unos minutos para darse cuenta que es una sociedad claramente dominada por el hombre. No abundan las mujeres por la calle y estimaría que casi el 50% de las pocas mujeres que vi en comparación de la cantidad de hombres que pude observar, llevaban el burka completo, negro (“admiro” como aguantan la calor bajo esta tela negra que les cubre hasta el olfato y el tacto). Las mujeres poco te miran, son tímidas y apenas tendrás una conversación con una de ellas a no ser que sean más atrevidas. Pero qué bien se maquillan los ojos bajo ese burka... Y los hombres “pueden” decirte de todo. Pueden acercarse, tocarte, chillarte... son “los dueños” de su tierra.


Pero las diferentes interpretaciones que se hacen de El Corán, las dejaré para un siguiente post, ya que hay lo textualmente expreso sin tachaduras ni desigualdades, seguido de las “mal” interpretaciones que hace cada cuál y cada sociedad para su propio beneficio.









Imponente Templo de Luxor

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