miércoles, 21 de abril de 2010

En un rinconcito de Fez

Cuando abrí la puerta del coche, a unos metros de una de las miles de entradas al grandioso zoco de Fez, me sorprendió ver que bajo mi pie medio calzado, había arena, piedras, y restos de asfalto. “sí, sí, es aquí! El centro de Fez!” decía Moha.

Pobreza

Y magnitud

Al no haber edificios altos, todo parece más ancho, una gran explanada mal asfaltada, si es que algún dia lo llegó a estar, color ocre de la arena medio dorada, nada. Alomejor es una gran plaza, “al estilo de Fez”, pero, en pleno Agosto, con el sol de Marruecos, impacta ver este “centro” tan desolado y abandonado. Cuando para ellos es un sitio de paso.

Dos bares en el mismo lateral, con kebabs con moscas. Chapurrean palabras de español, de los pocos turistas que se han acercado a este bar que poco apetecible para un lujoso es. Por supuesto no hay carta, o kebab de pollo, o de cordero. Y con las manos sucias. Es África.

Un inglés se sienta en la mesa de al lado. Mira su guía Lonely Planet: ¿será aquí? ¿Dónde estoy? Este lugar no aparece en los mapas. Son tantas las callejuelas y los rincones de esta ciudad, que aun no me he encontrado con un mapa al detalle de todos sus lugares. Pero de ahí también la magia de la persona que descubre y forja su propio mapa en la cabeza tras las experiencias que vive.

No pasan turistas por aquí ni muchos autóctonos tampoco, estamos un poco perdidos. Fez no es lo que imaginábamos que era: una ciudad repleta de gente, de mercadeo, de tráfico… Puede que este sea el Fez no turístico del que nunca hablan. Y no es tan malo, sólo hay que aceptarlo y quererlo.

Un joven nos sigue, se espera en una mesa cercana a que acabemos de comer observando nuestro ritmo, y cuando nos levantamos, nos persigue también. Alguna comisión querrá conseguir. Una oportunidad para él. Un atosigo para nosotros. Difícil hacerle entender que no va a conseguir nada. Pobreza. Así que cambiamos de rumbo, respiramos hondo, nos ponemos en marcha a paso rápido, y nos adentramos en la primera puerta que vemos de entrada al zoco, sea la turística, o la más despojada…

Y resultó ser la segunda. Qué experiencia. Todos nos miran, nos acorralan, no podemos ni caminar: “dónde queréis ir?! Soy guía yo os llevo! Qué queréis?!”. Ni por las buenas ni por las malas nos hacen caso. Lo peor que puedes hacer es quedarte pasmado mirándotelos sin saber que hacer, hay que tratarlo todo con normalidad, educación, respeto, y seguir tu rumbo, si no, te hundes, te entra el pánico, y has de actuar antes de que éste entre.

Empezamos a caminar rápido. ¿por dónde? Hay mil calles a cual más enana y ninguna indicación. No vemos ninguna persona no-marroquí para que nos guie un poco. Finalmente, tras callejuelas enanas sin salida, otras apestosas con rincones, pollos vivos, otros en proceso de ser degollados, gallinas, corderos, conejos engaviados, pobreza, y mil historias más, llegamos a una mini plaza donde se puede respirar un poco y entra algo de luz. ¡Aire! ¡Sol! Y vemos a una pareja de españoles, también perdidos, y entre los cuatro, conseguimos saber dónde estamos y valorar hacia dónde queremos ir. Entonces, podemos empezar a marcar el camino, y descubrir las mil maravillas que esconden estas callejuelas.

Las mil maravillas del laberinto de Fez.

As-salaam-alaykum!

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