domingo, 26 de agosto de 2012

Colombia: adentrándonos en Antioquia


Medellín. La capital de Antioquia. Centro de la mafia, las operaciones estéticas y el tráfico de droga. Une miseria, pobreza, clase media y clase alta. En su centro, cerca de Plaza Botero, vagabundos y gente sin techo, comerciantes ambulantes de todo tipo, hombres que te ofrecen limpiarte los zapatos, mujeres que te ofrecen mecanografiarte lo que necesites, enviar una carta a un amigo lejano tal vez, mujeres jóvenes (adolescentes algunas) ya operadas en busto y muy ocupadas de su estética y belleza. Gente blanca, gente no tan blanca, gente negra. Descendencia de todo tipo. Bares donde tomar un tinto, o un zumo bien fresquito de la fruta que tú quieras (frutas para mí exóticas de las que nunca antes había escuchado). Y tráfico, mucho tráfico: personas que van y vienen ajetreadas, otras que no saben donde ir, sientan y observan, y otras que no salen del coche: no se relacionan con su ciudad.

Medellín es una ciudad ubicada en el valle que forman varios cierros (montañas), con lo que el centro queda en el centro de este mismo valle, y mires donde mires a tu alrededor, se imponen dichos cerros. Pulmón vital  para la contaminada ciudad. Desde el aeropuerto, vas haciendo curvas por estas verdes y húmedas montañas, con sus preciosos árboles de eucaliptus con hojas plateadas, hasta que minutos y minutos más tarde llegas al valle. 

Hay barrios que son prohibidos: son dominados por la mafia y no es bueno adentrarse por allá ni exhibirse en su territorio... un disparo puede ir en la dirección equivocada. Por contra, en aquellos por donde la mafia no circula, puedes pasear perfectamente. Sin mostrar tus posesiones (léase, camara de fotos), puede que eso haya hecho que hayamos prestado más atención a la vivencia en sí que a fotografiar y lleves la ciudad más en el corazón. Porque no habrán fotografías para el recuerdo de Medellín. Sí vivencias, de un valor único. ¡Y con mucha salsa!

A la que te alejas de Medellín y empiezas a explorar la región de Antioquia, te inunda la belleza que posee: un paisaje parecido a Suiza, con sus montañas verdes, sus fincas, sus vacas... imponente. Con pueblitos que bien merecen una parada: Guatapé (la ciudad colorida por excelencia), Santa Fe de Antioquia (antigua capital de la región, con gente extraordinariamente maja), y muchos más.




Guatapé, el pueblo con más colores que he visto jamás

Vistas desde "El Peñón", Antioquia

En el mercado de Santa Fe de Antioquia

La comida en esta región es de la más rica que hay: jugos de panela (el azúcar en su fase previa), de maracuyá, de banana, de lima, de tamarindo; el aguacate con un sabor bien intenso... En esta región todo ingrediente mantiene su sabor bien intenso (no como en otros países donde todo importado pierde su dulzura y hasta color). El plato por excelencia es el "plato paisa", en honor a los paisas, que es el nombre que se les da a los indígenas de la región: huevo frito, frijoles, platano frito, una especie de bacon -que tiene otro nombre que ahora no recuerdo- carne y arroz. ¡Todo en un mismo plato! y muchas veces te lo acompañan de más arroz, aguacate y distintos tipos de arepas (con el maiz más o menos dulce). Una delícia, pero, no desayunes si quieres que tu cuerpo tenga espacio para este abundante plato! Las arepas (con queso, con huevo, con pollo...) son la alternativa económica al sandwich inglés para el mediodia. Hechas a base de maíz, se abren por el centro y se les rellena de queso, o bien huevo, o bien ambos, o bien ambos + pollo. Una vez te acostumbras, están bien ricas, tras el "soso" inicial que sientes. Y son ideales para comer mientras te mueves si tienes poco tiempo. Pero las hay de tantos tipos... la ganadora para mí es la de choclo, la arepa de maíz dulce que deja muy buen sabor de boca.


Bandeja o plato paisa (también llamado "típico")



Arepas


Entre todos esos lugares, se encuentran plataneros, campesinos, ríos, prados... naturaleza pura. Y una gente acogedora, amabilísima, dispuesta a ayudarte y a acogerte... Desconexión y conexión unidos de la mano.


Todo este viaje no hubiera sido posible sin la gran ayuda, sin los consejos, sin la predisposición, sin la apertura, sin la acogida ni la enseñanza que nos hicieron tanto Cecilia como toda su familia allí presente ni el amigo David.

¡Gracias!


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